El ábaco, que llegó inicialmente de China, fue traído a Otsu desde Nagasaki hacia el final del periodo Muromachi (1392-1573). Fue durante el siguiente periodo de Momoyama (1573-1600), cuando Toyotomi Hideyoshi asedió el castillo de Miki, que la gente de esta pequeña villa junto al castillo huyó a la cercana Otsu, donde algunos aprendieron a fabricar el ábaco. Cuando finalmente regresaron a su tierra natal, comenzaron a hacer lo que se convirtió en Banshu Soroban.
El pico de producción fue en 1960, cuando se hicieron 3,6 millones de ábacos. La demanda ha disminuido gradualmente desde entonces debido a la aparición de la calculadora electrónica. Sin embargo, el ábaco todavía tiene valor, ya que proporciona una forma mucho más gráfica de visualizar los cálculos y, como tal, todavía tiene un lugar en el plan de estudios de muchas escuelas, en las que en el pasado los fundamentos de la educación consistían en "la lectura, la escritura y el ábaco". También se cree que usar un ábaco puede estimular el cerebro y prevenir la demencia senil.
Se utiliza madera dura y densa como el ébano para el marco y el boj y el abedul para las cuentas. El buen funcionamiento de estos ábacos es una de sus características especiales, pero la finura y delicadeza de la obra los convierte en obras de arte en madera.