Aunque la relación del hombre con la piedra comenzó hace mucho tiempo en la Edad de Piedra, no fue hasta finales del periodo de Nara (710-794) cuando se introdujo el budismo en Japón y la piedra se convirtió en algo más que un material utilitario.
Poco a poco, a medida que se desarrolló el arte del trabajo de la piedra, aparecieron piezas de artesanía en piedra de un verdadero valor cultural. Al ser bendecido con materias primas finas, como el granito de buena calidad disponible en la aldea de Shirakawa, al pie del monte Hiei, Kyo Ishi Kogeihin se ha sostenido por la naturaleza de la cultura de Kioto, que ha sido el centro de la cultura japonesa durante más de mil años. Las técnicas de tallado en piedra, que no se pueden encontrar en ninguna otra parte del país, se han adquirido aquí a lo largo de los años y todavía se usan en la actualidad.
Casi todo lo que se hace es para usarse en el jardín tradicional japonés. Un cantero es responsable de llevar a cabo todo el trabajo en una pieza, y hace cada una de acuerdo con su función y forma. Sin embargo, es inevitable que el farol de piedra haya sido un componente esencial de cualquier jardín tradicional desde el periodo de Momoyama (1568-1600) al mismo tiempo que la moda del té. Además de faroles y diversos tipos de baldes y ollas, también se hacen algunas piezas de escultura.