Este tipo de abanico cubierto y rugoso con un sello redondo de oro fue ideado como algo que podían comprar los peregrinos que iban al conocido templo de Konpira en la isla de Shikoku. Durante el siglo XVIII, el clan Marugame convirtió su producción en un trabajo a tiempo parcial para los guerreros del clan y esto se convirtió en la base del oficio actual. Actualmente, casi el 90 % de todos los abanicos de todo el mundo que se fabrican en Japón son producidos en esta zona.

Una característica especial de estos abanicos es la manera en la que se da forma de varillas y mango, que a veces se deja redondo y a veces plano, a una pieza de bambú.